BIENVENIDOS

Todos deseamos una vida de éxito. Para alcanzarla en este mundo tan complejo, es esencial que recibamos buenos consejos y que estemos dispuestos a obrar en armonía con ellos.

Muchos de los consejos que ofrecen los numerosos libros de autoayuda que circulan hoy día se centran en quienes ya están pasando por una crisis.

La Biblia, en cambio, no se limita a orientar a las personas que atraviesan momentos de angustia. Sus recomendaciones ayudan a evitar los errores que pudieran complicar innecesariamente la vida.

CONSEJOS BIBLICOS PARA TODOS

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jueves, 30 de septiembre de 2010

CÓMO VENCER LA DEPRESIÓN

“CON dirección diestra te ocuparás en tu guerrear”, dice Proverbios 24:6. Se requiere dirección diestra y no solo buenas intenciones para ganar una batalla. También es cierto que, si usted sufre de depresión, no desearía hacer algo inadvertidamente que le hiciera sentirse peor. Por ejemplo: un estudio sobre personas depresivas realizado en 1984 halló que algunos trataban de hacer frente a la depresión por medio de ‘descargar su ira sobre otras personas, o reducir la tensión por medio de beber más, comer más e ingerir más tranquilizantes’. El resultado: “Aumento de la depresión y de los síntomas físicos”.

Algunas personas deprimidas rehúyen buscar “dirección diestra” porque temen que se les considere enfermos mentales. Sin embargo, la depresión profunda no es indicio de deficiencia mental ni de debilidad espiritual. Las investigaciones demuestran que este grave trastorno puede presentarse cuando se produce en el cerebro una disfunción química. Como esta puede ser ocasionada por un trastorno físico, si usted ha estado profundamente deprimido por un período superior a dos semanas, es conveniente que se haga un examen médico. Si el examen revelara que el problema no obedece a un trastorno físico, entonces la depresión a menudo puede aliviarse por medio de ajustar el modo de pensar y con la ayuda de alguna medicación o los nutrientes apropiados. El que uno venza la depresión no significa que nunca volverá a padecer de un estado de ánimo deprimido. La tristeza es parte de la vida. No obstante, si uno dirige diestramente sus golpes, podrá desenvolverse mejor ante la depresión.

Es frecuente que el médico prescriba antidepresivos. Estos fármacos están preparados para eliminar el desequilibrio químico. Elizabeth, mencionada anteriormente, los empleó, y en unas semanas su estado de ánimo comenzó a mejorar. “Aun así, además del empleo de los medicamentos, tenía que esforzarme por cultivar una actitud positiva —dijo ella—. Con el ‘empuje’ que me daba la medicación, me sentía determinada a mejorarme. También mantuve un programa diario de ejercicios físicos.”

Sin embargo, el uso de antidepresivos no siempre da resultados. En algunas personas se presentan efectos secundarios problemáticos. Y aun si la disfunción química se corrige, a menos que uno corrija su enfoque mental, la depresión puede volver. No obstante, se puede obtener mucho alivio si uno está dispuesto a...

Exteriorizar sus sentimientos

Sara se sentía profundamente resentida por haber tenido que asumir responsabilidades familiares unilateralmente, así como por la presión de atender un trabajo seglar. (Véase la página 7.) “Pero yo había retenido esos sentimientos en mi interior —dijo Sara—. Una noche, sintiéndome desesperada, telefoneé a mi hermana menor y, por primera vez en mi vida, empecé a dar salida a mis sentimientos. Esto supuso para mí un giro de noventa grados, pues aquella llamada me proporcionó mucho alivio.”

Por consiguiente, si se siente deprimido, busque a alguien capaz de mostrar empatía y en quien pueda confiar. Puede ser su cónyuge, un amigo íntimo, un familiar, un ministro religioso, un médico o un consejero profesional. Una medida imprescindible para vencer la depresión, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Journal of Marriage and the Family (Revista sobre el Matrimonio y la Familia), es “tener a mano a alguien en quien apoyarse y con quien compartir las penalidades de la vida”.

El que uno exprese en palabras sus sentimientos constituye un proceso curativo que evita que la mente trate de negarse a reconocer la realidad de un problema o de una pérdida, y deje el problema sin resolver. Pero exteriorice sus verdaderos sentimientos. No permita que un falso sentido de orgullo, procurando dar la impresión de impavidez ante la adversidad, le inhiba. “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija”, dice Proverbios 12:25. Solo por medio de exteriorizar sus sentimientos, otros podrán empezar a comprender su “solicitud ansiosa” y ofrecerle una “palabra” de ánimo.

“Cuando llamé a mi hermana, solo pretendía que simpatizara con mi causa, pero conseguí mucho más —mencionó Sara—. Me ayudó a ver en qué estaba equivocado mi modo de pensar. Me dijo que estaba echándome encima demasiada responsabilidad. Y, aunque al principio no era eso lo que yo hubiese querido escuchar, cuando comencé a aplicar su consejo, sentí como si empezara a quitarme un enorme peso de encima.” Cuán ciertas son las palabras de Proverbios 27:9: “Aceite e incienso son lo que regocija el corazón, también la dulzura del compañero de uno debido al consejo del alma”.

Es ‘dulce’ tener un amigo o un cónyuge que hable con franqueza y ayude a ver las cosas en su justa perspectiva. Esto puede ayudarle a enfocar su atención en un solo problema a la vez. De modo que, en lugar de ponerse a la defensiva, agradezca profundamente esa clase de “dirección diestra”. Tal vez usted necesite a alguien que después de varias conversaciones pueda señalarle algunos objetivos a corto plazo que le indicarán los pasos que usted ha de ir dando a fin de corregir su situación y así reducir, o eliminar, la fuente de su tensión emocional.

El luchar contra la depresión exige que uno luche contra la falta de amor propio. ¿Cómo se puede luchar con destreza contra ese sentimiento?

Cómo luchar contra la falta de amor propio

María, por ejemplo, como se mostró en el artículo anterior, llegó a estar deprimida a causa de problemas en el seno familiar. Afirmó: “Soy una persona horrible, y no puedo hacer nada bien”. Eso era falso. Si ella hubiese analizado sus conclusiones, se habría podido oponer a estas por medio de razonar: “Hay cosas que hago bien y otras que hago mal, como cualquier otra persona. He cometido un par de errores, y debo esforzarme por ser más considerada, pero no por esto debo sacar las cosas de quicio”. Este razonamiento hubiera dejado intacto su amor propio.

Con frecuencia, esa voz interior excesivamente crítica que nos condena se equivoca. En la tabla que acompaña a este artículo figuran algunos pensamientos distorsionados que son típicos y que contribuyen a generar la depresión. Aprenda a identificar esos pensamientos equívocos y a mentalmente cuestionar su validez.

Otra víctima de la falta de amor propio fue Jean, una madre soltera de treinta y siete años de edad. Ella explicó: “Me hallaba bajo tensión debido a tener que encargarme de criar dos niños. Cuando veía que otras madres solteras se casaban, pensaba: ‘Debe haber algo en mí que no gusta’. Al reflexionar solo en cosas negativas, estas se fueron desproporcionando, y terminé hospitalizada por depresión”.

“Después de abandonar el hospital —prosiguió Jean—, leí en el número de ¡Despertad! del 22 de enero de 1982 una lista de ‘Ideas que pueden conducirle a la depresión’. Cada noche releía la lista. Algunas de esas ideas erróneas eran: ‘Lo que yo valga como persona depende de lo que otros piensen de mí’, ‘nunca debo sentirme herida; debo estar siempre alegre y serena’, ‘yo debería ser una madre perfecta’. Como tenía la tendencia a ser perfeccionista, tan pronto como pensaba en esos términos, le oraba a Jehová para que me ayudase a controlarme. Aprendí que los pensamientos negativos erosionan el amor propio, porque todo cuanto uno ve es el lado problemático de la vida y no las cosas buenas que uno recibe de Dios. Al esforzarme por evitar ciertos pensamientos impropios, logré sobreponerme a mi depresión.” ¿Debería usted también cuestionar algunos de sus pensamientos o hasta rechazarlos?

¿Será culpa mía?

Aunque Alexander estaba muy deprimido, se las arregló para conducir una clase. (Véase la página 3.) Cuando algunos de sus alumnos suspendieron una importante prueba de lectura, le sobrevino la idea de suicidarse. “Pensaba que el fracaso era suyo —dijo Esther, su esposa—. Le dije que la culpa no era suya, que no se puede esperar un resultado perfecto.” Sin embargo, su desmedido sentimiento de culpa bloqueó su mente y lo condujo al suicidio. Con frecuencia, se desarrolla un sentimiento de culpa exagerado cuando se asume una responsabilidad injustificada por el comportamiento de otras personas.

Aun en el caso de un niño, un padre puede influir poderosamente en su vida, pero no tener un control absoluto de ella. Si algo no resultara como uno lo ha planeado, pregúntese: ¿Acaso se debe a sucesos imprevistos que están más allá de mi control? (Eclesiastés 9:11.) ¿He hecho todo cuanto razonablemente puedo dentro de los límites de mi capacidad física, mental y emocional? ¿Eran mis expectativas demasiado elevadas? ¿Debo aprender a ser más razonable y modesto? (Filipenses 4:5.)

Pero ¿y si uno ha cometido un error grave y la culpa es suya? ¿Se corregirá el error por medio de fustigarse mentalmente de continuo? ¿Acaso no está dispuesto Dios a perdonar aun “en gran manera” si uno está genuinamente arrepentido? (Isaías 55:7.) Si Dios “no por todo tiempo seguirá señalando faltas”, ¿debería usted sentenciarse a una vida de angustia mental por causa de algún mal cometido? (Salmo 103:8-14.) Lo que a Dios le complace, y además aliviará la depresión que usted sufre, no es el que uno esté constantemente entristecido, sino el que dé pasos positivos para ‘corregir el abuso’. (2 Corintios 7:8-11.)

‘Olvide las cosas que quedan atrás’

Algunos de nuestros problemas emocionales pudieran estar enraizados en el pasado, particularmente si fuimos víctimas de algún trato injusto. Esté dispuesto a perdonar y olvidar. “¡Pero es que perdonar no es fácil!”, tal vez piense usted. Es cierto; pero es mejor que arruinar el resto de su vida meditando en lo que ya no tiene remedio.

El apóstol Pablo escribió: “Olvidando las cosas que quedan atrás [...] prosigo hacia la meta para el premio”. (Filipenses 3:13, 14.) Pablo no se entretuvo en meditar en el derrotero equivocado de vida que había llevado en el judaísmo, habiendo sido responsable, incluso, de aprobar el asesinato. (Hechos 8:1.) Al contrario, concentró sus esfuerzos en calificar para el premio futuro de la vida eterna. También María (véase la página 12) aprendió a no meditar en las cosas del pasado. En una ocasión, le echó en cara a su madre la manera en que esta la había educado. Su madre le había dado una especial importancia al atractivo y a la belleza física; por consiguiente, María era una perfeccionista y propendía a sentir celos de su atractiva hermana.

“Aunque estos celos ocultos eran la raíz del problema, yo las hacía a ellas responsables de mi comportamiento. Pero llegó el momento en que pensé: ‘En realidad, ¿qué importancia tiene de quién sea la culpa?’. Tal vez yo tenía algunas malas inclinaciones atribuibles a la educación que había recibido de mi madre; sin embargo, la cuestión era hacer algo para remediarlo. No debía continuar actuando de ese modo.” El reconocer esto ayudó a María a hacer los ajustes mentales necesarios a fin de ganar su lucha contra la depresión. (Proverbios 14:30.)

Su verdadero valor

Vistos estos factores, si uno ha de enfrentarse con éxito a la depresión, se requiere un punto de vista equilibrado sobre su propia valía. El apóstol Pablo escribió: “Digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación”. (Romanos 12:3, Versión Popular.) El falso orgullo, así como el no ser consciente de sus limitaciones, y el perfeccionismo son todas maneras de sobrestimarse. No se debe ceder a tales tendencias; no obstante, evite irse al otro extremo.

Jesucristo destacó el valor individual de cada uno de sus discípulos al decir: “Se venden cinco gorriones por dos monedas de poco valor, ¿no es verdad? Sin embargo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pero hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No tengan temor; ustedes valen más que muchos gorriones”. (Lucas 12:6, 7.) Es tal el valor que tenemos ante Dios que hasta repara en nuestro más mínimo detalle. Como Él se interesa profundamente en la persona, sabe cosas acerca de nosotros que ni aun nosotros mismos sabemos. (1 Pedro 5:7.)

El que Sara reconociera que Dios tenía un interés personal en ella la ayudó a mejorar su amor propio. “Siempre había tenido un temor reverente por el Creador, pero entonces comprendí que Él se interesaba en mí como persona. Sin importar lo que mis hijos o mi esposo hiciesen, y prescindiendo de la formación que mis padres me dieron, me di cuenta de que yo tenía una relación de amistad personal con Jehová. Entonces comenzó a desarrollarse mi sentido de amor propio.”

Siendo el caso que Dios considera valiosos a sus siervos, nuestra valía no depende de la aprobación de otras personas. Por supuesto, no es agradable el que a uno se le rechace. Pero el que uno tome la aprobación o desaprobación humana como punto de referencia para determinar su valía personal le hace vulnerable a la depresión. El rey David, un hombre según el propio corazón de Jehová, fue llamado en una ocasión “hombre que no sirve para nada”, literalmente un “hombre de inutilidad”. Sin embargo, David reconoció que el hombre que se había expresado en esos términos estaba afectado por un problema, y no consideró ese apelativo como determinante de su valía personal. De hecho, como es común entre las personas, Simeí más tarde se disculpó. Aun si alguien le criticase con razón, véalo como una crítica dirigida contra algo en concreto que uno ha hecho, no como una evaluación de su persona. (2 Samuel 16:7; 19:18, 19.)

El estudio personal que Sara realizó de la Biblia y de publicaciones basadas en ella, así como su asistencia a las reuniones de los testigos de Jehová, la ayudaron a colocar el fundamento para una relación con Dios. “Pero mi cambio de actitud hacia la oración fue lo que más me ayudó —dijo Sara—. Solía pensar que solo se oraba a Dios sobre cosas importantes, y que no se le debía molestar con problemas insignificantes. Ahora entiendo que puedo hablarle sobre cualquier cosa. Si estoy nerviosa respecto a una decisión que he de tomar, le pido que me ayude a estar calmada y ser razonable. Me siento aún más cerca de Él cuando veo que responde mis oraciones y me ayuda a hacer frente a cada día y a cada circunstancia difícil.” (1 Juan 5:14; Filipenses 4:7.)

No hay duda, la seguridad de que Dios tiene un interés personal en usted, entiende sus limitaciones y le dará la fortaleza para hacer frente a cada día es la clave en la lucha contra la depresión. No obstante, hay veces que, a pesar de lo que uno haga, la depresión persiste.

Persistir “hora a hora”

“He probado con todo, incluso con complementos en la nutrición y antidepresivos —comenta Eileen, madre de cuarenta y siete años de edad que ha luchado contra la depresión crónica por años—. He aprendido a corregir pensamientos impropios, y esto me ha ayudado a ser una persona más razonable. Pero la depresión persiste.”

El hecho de que la depresión persista no significa que usted no la está combatiendo con destreza. Los médicos no conocen todos los posibles remedios para este trastorno. Hay ocasiones en que la depresión es el efecto secundario de una medicación administrada contra una enfermedad grave. Por consiguiente, el empleo de esa medicación tiene un efecto compensatorio, pues puede beneficiar en el tratamiento de algún otro problema médico.

Naturalmente, el que uno confíe sus sentimientos a una persona comprensiva puede ayudar. No obstante, no hay ningún humano capaz de llegar a conocer realmente la profundidad de su agonía. Pero Dios sí la conoce y le ayudará. “Jehová me ha proporcionado fuerzas para seguir intentándolo —reconoció Eileen—. Él no ha dejado que me rinda y me ha dado esperanzas.”

Con la ayuda de Dios, el apoyo emocional de otras personas y sus propios esfuerzos, usted no será agobiado de tal modo que tenga que rendirse. Con el tiempo, usted se podrá ajustar a la depresión como a cualquier otra enfermedad crónica. Aguantar no es fácil, ¡pero es posible! Jean, cuya profunda depresión persistió, dijo: “No se trataba siquiera de una lucha día a día. Más bien, era una lucha hora a hora”. En el caso de ambas, Eileen y Jean, la esperanza prometida en la Biblia las ayudó a seguir adelante. ¿Cuál es esa esperanza?

Una valiosa esperanza

La Biblia habla de un tiempo en el futuro cercano en el que Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:3, 4.) El Reino de Dios traerá entonces a todos sus súbditos terrestres una completa curación física y mental. (Salmo 37:10, 11, 29.)

No solo se removerá el dolor físico, sino también desaparecerá el angustioso dolor del corazón y su aflicción. Jehová promete: “Las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. Pero alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear”. (Isaías 65:17, 18.) ¡Qué alivio será para la humanidad verse libre de las cargas del pasado y poder levantarse cada día con la mente totalmente clara y despejada, deseosa de acometer las tareas de la jornada! Nunca más será estorbada la humanidad por la espesa niebla de la depresión.

Al no haber ‘más muerte ni lamento ni clamor’, el sentimiento por las trágicas pérdidas de seres queridos y las tensiones emocionales diarias que ahora inducen a la depresión habrán desaparecido. Como entonces la bondad amorosa, la veracidad y la paz predominarán en las relaciones entre unos y otros, también cesarán los enfrentamientos amargos. (Salmo 85:10, 11.) Al removerse los efectos del pecado, ¡qué gozo será el finalmente poder satisfacer a la perfección las normas divinas de la rectitud y disfrutar de plena paz interior!

Esta animadora perspectiva es un gran incentivo para persistir en la lucha sin importar cuán intensa llegue a ser la depresión. Porque en el nuevo mundo de Dios, la humanidad perfeccionada habrá conquistado la victoria absoluta sobre la depresión. ¡Qué buenas nuevas son estas!

Revista "Despertad" 87/22-10

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